sábado, 20 de abril de 2013

Historia de la magia en Occidente V a.C al XV







"En la Antigüedad clásica, la palabra ・・magia・・ se refería en primer lugar a las artes de los magos, los sacerdotes zoroástricos de Persia que conocieron los griegos al menos en el siglo V a.C."[1]

La magia tiene y siempre ha tenido que moverse dentro de lo oculto, aquello que no cualquiera tiene acceso y que por ello se rumorea de lo que es, y que incluso puede crecer como un chisme de lavanderas. Estas actividades al ser desconocidas para griegos y romanos, pronto se articularon a algo oscuro y de temer, así cuando los griegos y romanos desarrollaron algo similar causaron el mismo efecto.

A lo largo de los siglos se ha ido mezclando la magia o las tradiciones mágicas de diversas culturas, de los magos persas con los griegos, y a su vez los hebreos tuvieron también contacto con los caldeos. Se puede pensar que los dioses o panteones cambian pero los rituales parecen muy similares, consistiendo generalmente en obligar a estos espíritus a cumplir con su deseo.

"Hablando en términos generales, los intelectuales de la Europa medieval reconocieron dos formas de magia: la magia natural y la magia diabólica. La magia natural no se distinguía de la ciencia, sino que era propiamente una rama de ella. En concreto, era la ciencia que se ocupaba de las ・・virtudes ocultas・・ (o poderes ocultos) de la naturaleza. La magia diabólica no se distinguía de la religión, sino que era una derivación perversa de ella. Era la religión que se alejaba de Dios y pedía a los demonios ayuda para la resolución de asuntos humanos." [2]

Aquí debe subrayarse como la religión católica sumergía al resto, otras creencias, en la herejía, por dar un ejemplo los dioses griegos todos ellos los cuales tenían ciertas virtudes y a los cuales se les pedía ayuda según sus habilidades, para el catolicismo todos éstos eran rebajados a ser simples demonios. Si griegos y romanos tenían el poder de curar era porque estaban en contacto con sus dioses, pero para los cristianos estos eran demonios puesto que solo había un Dios.  Pues sólo hay un Dios así toda deidad que no sea el Dios verdadero se vuelve un demonio. Todos los dioses paganos fueron relacionados con demonios, o con el diablo, dándose está oposición entre Dios y el diablo y sus seguidores. Con esto a su vez se ajustaba la iglesia a las religiones locales relacionando su dios de la muerte (el mal por así decir) a Satanás, el Diablo, Big horn, etc. Esto a lo largo del helenismo hasta el siglo XII aproximadamente.

Pero los límites que había entre una magia y otra son muy difusos pues hay mezclas de curaciones con rezos. La astrología no está diferenciada de la astronomía hasta el XV donde comienzan a hacerse estas distinciones. Y a pesar de que puede quedar una sentencia que clasifique la magia diabólica como todo ritual que no sea permitido por la iglesia católica, quedan muchos huecos en estas al igual que puede haber lagunas en la ley más firme.

Según la definición aceptada ya en el XIX y XX  sobre la magia “la característica principal de la religión es que suplica a Dios o a los dioses, mientras que la característica fundamental de la magia es que obliga a seres o fuerzas espirituales."[3]

Sin embargo los límites no son tajantes, pues la magia natural o ciencia, trataba de controlar aspectos naturales  a través de hierbas pero también usaban rezos, y/o rituales  que no eran católicos. No hay ni ha habido distinciones claras entre los rituales mágicos demoniacos y los rituales de la iglesia. Además en rituales diabólicos muchas veces se invocaba el nombre de Dios para dominar a los demonios, ángeles o a personas.

"En el caso de la magia diabólica, hubo magos que creyeron poder obligar a los demonios, pero solo porque previamente habían suplicado a Dios y obtenido el poder divino sobre ellos."[4]

En los siglos XI-XII la magia natural comienza a verse como una alternativa de la magia diabólica, he aquí porque inicia una mayor fuerza en la Santa Inquisición y se comienza a condenar las prácticas adivinatorias, y las dificultades entre ciencia y magia que pudieron aludir a la naturaleza “científica” al igual que a poderes ocultos de la naturaleza.






[1] Kieckhefer Richard, La magia en la edad Media, editorial crítica Barcelona, Página 14
[2] Ibid, Página 13
[3] Ibid, Pagina 19
[4] Ibid, Pagina 20

viernes, 19 de abril de 2013

Les intellectuels au Moyen Age, Jacques Le Goff - II


Jacques Le Goff

Les intellectuels au Moyen Age

 

La Universidad en el siglo XIII - La escolástica - Del universitario al humanista – Evolución de la escolástica– Fe y razón

 

L'homme microcosme


La visión del hombre en el siglo XIII se construye por una analogía entre el mundo y el hombre, entre el megacosmos y este universo en miniatura que es el hombre, y uno de sus efectos es que obliga a considerar al hombre completo con todo y su cuerpo.

Este humanismo dice que "c'est san doute que l'homme qui est nature, que peut comprendre la nature par la raison, peut aussi la transformer par son activité" (es sin duda el hombre que es naturaleza, quien puede entender la naturaleza por medio de la razón, y quien puede también transformarla por medio de su actividad).[1]

 

Le XIIIe siècle - La maturité et ses problèmes (El siglo XIII – La madurez y sus problemas)

El siglo XIII es el de las universidades porque es el siglo de las corporaciones[2], aunque los orígenes de las corporaciones universitarias nos son a menudo tan oscuras como los de otros cuerpos de oficios, se organizan lentamente a golpe de conquistas sucesivas, al azar de incidentes[3], en parte contra los poderes eclesiásticos[4], en parte contra los poderes laicos[5].

Aunque en muchas ocasiones también la universidad encontró un aliado en el Papado[6], por ejemplo: En París es Celestino III, en 1194, quien da a la corporación sus primeros privilegios, y son sobre todo Inocencio III y Gregorio IX los que aseguran su autonomía; en 1215 el cardenal Robert de Courson, delegado pontificio, proporciona a la Universidad sus primeros estatutos oficiales[7], entre otras acciones.

Le Goff nos explica las contradicciones[8], la organización[9], los programas[10], el clima moral y religioso[11], y demás aspectos de la Universidad, hasta llegar a uno en el que sería bueno detenerse:

 

La escolástica

El método del técnico intelectual de la Universidad es la escolástica[12], Jacques Le Goff cita la Introducción al estudio de santo Tomás de Aquino, de le Pére Chenu: "Pensar es un oficio en el que las leyes están minuciosamente fijadas"[13].

La escolástica se basa en la gramática, hay controversias entre realistas y nominalistas, los intelectuales de la época reconocen el justo poder de las palabras y se preocupan por definir su contenido, es esencial para ellos saber qué relaciones existen entre la palabra, el concepto, el ser[14].

Las leyes de la demostración son las de la dialéctica, junto con procedimientos que hacen del objeto de saber un problema, lo exponen, lo defienden, etcétera[15].

La escolástica se nutre de textos, es un método de autoridad: a las leyes de la imitación une las leyes de la razón; a las prescripciones de la autoridad, los argumentos de la ciencia[16].

A partir de la lectura (lectio) se desarrolla la quaestio, el intelectual universitario nace en el momento en que pone en cuestión el texto que ya no es más que un soporte, así él se convierte de pasivo en activo, la conclusión de la quaestio es la determinatio, es la obra de su pensamiento[17].

Luego, la quaestio se despega del texto y existe en sí misma, se convierte en la disputatio, un ejercicio en el que el bachiller disputaba con los alumnos que le hacían preguntas y le planteaban problemas sobre un tema establecido de antemano[18].

Posteriormente se desarrolla la disputa quodlibétique, en la cual un maestro trataba un problema propuesto por quien fuera sobre cualquier tema[19].

Causas de graves crisis fueron las contradicciones de la escolástica, espíritu racional pero fundado sobre el pensamiento antiguo, al que no siempre supo escapar, que no siempre logró llevar los problemas al contexto histórico contemporáneo[20].

Otros temas importantes que Le Goff toca en lo concerniente a la escolástica son, por ejemplo: Las tentaciones del naturalismo[21], el difícil equilibrio de la fe y la razón[22], las relaciones entre la razón y la experiencia[23], entre la teoría y la práctica[24].

De l’universitaire a l’humaniste (Del universitario al humanista)

A lo largo de la declinación de la Edad Media, la fortuna de los universitarios evoluciona[25], en los siglos XIV y XV no abandonan los recursos que pueden obtener de un trabajo asalariado, además exigen a los estudiantes pago por sus lecciones, refuerzan las prescripciones acerca de los regalos que los estudiantes deben dar a los maestros al momento de los exámenes, el número de estudiantes pobres que se gradúan disminuye rápidamente, etcétera[26].

La posición de los maestros comienza a convertirse en una aristocracia hereditaria[27], lo cual también se hace notorio en el desarrollo de los colegios[28].

La escolástica también evoluciona, paralelamente a la evolución social, llegando a renegar de sus exigencias fundamentales, algunas posiciones que se alejan de la escolástica son: la corriente crítica y escéptica que se origina en Duns Scoto y en Guillermo de Ockham; el experimentalismo científico que en Oxford y con los doctores de París lleva al empirismo; el averroísmo; el anti-intelectualismo[29].

 

El divorcio entre la fe y la razón

Con los grandes doctores franciscanos Juan Duns Scoto y Guillermo de Ockham la teología se dedica al problema mayor de la escolástica, el equilibrio de la razón y la fe. A partir de 1320 aproximadamente la tradición de la fe en busca de la inteligencia es abandonada al mismo tiempo que los esfuerzos por lograr una unión entre lo creado y lo divino, que había sido, por medio de aproximaciones variadas, la ambición de agustinianos y tomistas[30].

Es Duns Scoto el primero en rechazar la razón de los asuntos de la fe, Dios es tan libre que escapa a la razón humana[31].

Guillermo de Ockham continúa esta labor y completa el divorcio entre el conocimiento práctico y el conocimiento teórico al aplicar las consecuencias de la teoría de Scoto a la relación del hombre con Dios[32].

(Los adversarios del ockhamismo, como Thomas Bradwardine de Oxford, hacen de la autoridad del dogma el centro de toda verdad y de todo conocimiento, lo que conduce a una exclusión radical de la razón[33].)

Sin este trabajo destructor de la teología escéptica no habrían sido posibles ni el Renacimiento ni la Reforma[34].

Las universidades pierden, en el transcurso de dos siglos, su carácter internacional, la principal causa de esto es la fundación de numerosas universidades nuevas en las que el reclutamiento toma un sesgo cada vez más nacional o incluso regional[35]. Asimismo, las universidades se van convirtiendo en poderes políticos, hacia el fin de la Edad Media[36]; la política escolástica, por ejemplo, busca extender a todos los hombres la ciudad de Aristóteles transformada en ciudad cristiana[37], mientras que el ockhamismo y el averroísmo adoptan más bien la división, la particularidad[38].

Los universitarios se van orientando al humanismo, la primera generación de humanistas franceses, Jean de Montreuil, Nicolas de Clamanges, Gontier Col, Guillaume Fillastre, tienen lugares en la Universidad de París[39].

El humanista es un aristócrata, si el intelectual de la Edad Media ha traicionado finalmente su vocación de trabajar científicamente es en la renuncia a su naturaleza[40]. El sitio del humanista es el del grupo, de la Academia, cerrado, no se enseña en la Universidad sino en el College de lecteurs royaux, el futuro Colegio de Francia. Su lugar es la corte del príncipe[41].



[1] Jacques Le Goff, Les intellectuels au Moyen Âge, p. 63.
[2] Idem, p. 73.
[3] Idem, p. 74.
[4] Ibidem.
[5] Idem, p. 76.
[6] Idem, p, 77.
[7] Ibidem.
[8] Idem, p. 80.
[9] Idem, p. 82.
[10] Idem, p. 85.
[11] Idem, p. 89.
[12] Idem, p. 97.
[13] Ibidem.
[14] Idem, p. 98.
[15] Ibidem.
[16] Idem, pp. 98-100.
[17] Idem, p. 100-101.
[18] Idem, p. 102.
[19] Idem, p. 103.
[20] Idem, p. 116.
[21] Idem, p. 118.
[22] Idem, p. 121.
[23] Idem, p. 129.
[24] Idem, p. 130.
[25] Idem, p. 139.

[26] Ibidem.
[27] Idem, p. 142.

[28] Idem, p. 147.

[29] Idem, p. 149.

[30] Ibidem.
[31] Ibidem.

[32] Idem, pp. 149-150.

[33] Idem, pp. 150-151.

[34] Idem, p. 151.

[35] Idem, p. 156.

[36] Idem, p. 160.

[37] Idem, p. 163.

[38] Idem, p. 164.

[39] Idem, pp. 172-176.

[40] Idem, p. 180.

[41] Idem, p. 181.